El dominicano coexiste hoy con cuatro retos estresantes: la inflación, la precariedad de varios servicios públicos, la inseguridad y el acoso intermitente del coronavirus.

Como un todo, estas calamidades representan los dardos punzantes que alteran el equilibrio emocional de cualquier persona, generando ansiedades, frustraciones, irritación y pérdida del sentido de la cordura que, en muchos casos, pueden derivar en violencia y conflictos domésticos o callejeros.

Para lidiar con este cuadro de realidades hay que armarse de entereza, de voluntad de asumirlas como tormentas pasajeras y de recordar que de otras coyunturas más difíciles hemos podido salir adelante, porque no vale morirse en la víspera.