Opinión

REFLEXIONES DEL DIRECTOR

El periodismo de ayer

El rigor de la síntesis ha estado presente, des­de hace más de medio siglo, en los formatos de las noticias radiales y televisi­vas.

Y es en estos tiempos en que, poco a poco, los diarios impresos los han ido asumiendo como par­te de los cambios para adaptar­se a las tendencias de los nuevos lectores.

Los redactores de noticias ra­diales o televisivas sustanciaban los hechos en no más de cuatro párrafos, como regla básica, la misma que hoy se refleja en las informaciones de los digitales, salvo que se trate de artículos o reportajes de fondo.

Con los “breaking news” o no­ticias de último minuto, la sínte­sis noticiosa es la que permite dar el mayor número de detalles en pocos párrafos y los digitales tie­nen la ventaja de poder agregar, minuto a minuto o paso a paso, más elementos de valor a las his­torias.

Recuerdo los tiempos en que las radioemisoras domi­nicanas, por allá por los años 70s, difundían sus “noticias vivas” desde el lugar de los hechos, usando aparatos de radio-aficionados que conec­taban desde una unidad móvil a la sede de la estación, por­que en esos tiempos no exis­tían teléfonos celulares.

Los reporteros de la televisión, a su vez, filmaban y grababan sus reportajes y luego llevaban o en­viaban los casettes a la estación, para que se editaran y difundie­ran en diferido. Este método pre­dominó por mucho tiempo hasta que llegaron las unidades móvi­les con antenas que emitían las señales al receptor de la planta en “vivo y directo”.

Por igual, los noticieros de ra­dio y televisión eran práctica­mente una colección de retazos noticiosos que se acompaña­ban, para darle más realismo, de grabaciones de voz o de imá­genes en movimiento, y por lo regular no pasaban de media hora en televisión y de una en las radios.

En verdad, estos modelos de redacción y transmisión de noti­cias han sido las matrices de los de hoy, con la única diferencia de que la tecnología resuelve y sustituye las antiguas formas de montaje predominantes 50 años atrás, lo que indica que el perio­dismo mantiene sus esencias y que lo que cambian son las for­mas de ejercerlo.

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