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EDITORIAL

La nueva Policía ¿para cuándo?

La cadena de episodios que ha degradado la imagen de la Policía desde hace varios años ha alcanzado su clímax y es hora de someterla a un proceso de transformación en el que los principales actores sean sus propios miembros.

Porque, a decir verdad, en ese proceso de degradación han tenido mucha culpa los políticos que han prometido, y nunca han cumplido, la implantación de un esquema de seguridad ciudadana en el que la Policía sea su verdadero garante.

El presidente Abinader ha tomado la iniciativa de renovar y modernizar ese cuerpo, en el que todavía prevalece el uso de prácticas represivas inspiradas en el macartismo del siglo pasado, donde el respeto a los derechos de los detenidos o acusados es inexistente, lo que la ha hundido en la desconfianza y la inefectividad.

Cambiar esos parámetros que les inocularon los políticos al usar a la Policía como un instrumento para neutralizar adversarios, eliminar disidentes o reprimir las protestas pacíficas de los ciudadanos, es lo que espera la sociedad de una anunciada reforma de esa institución que restaure su capacidad operativa, su función protectora del orden y de la ley y, sobre todo, su credibilidad.

Muchos quieren que esa reforma comience ya y que su primer objetivo, una vez que hayan sido mejorados los salarios y la capacitación de sus miembros, sea la de dotarla de las herramientas y técnicas más modernas para cumplir su misión de custodia de la seguridad ciudadana, ahora mismo inexistente.

Hasta donde se aprecia, las líneas fundamentales de esa reforma están contenidas en un voluminoso informe preparado por civiles, muchos de ellos ajenos a los problemas intrínsecos de una institución desfasada, cuyas principales acciones la sociedad todavía no conoce.

Para corregir el rumbo decadente e ineficiente de esa vieja policía, es preciso que las reformas sean consensuadas con los mismos sujetos de esa transformación. Una redacción periodística, por ejemplo, no puede reinventarse si no es con el concurso y la suma de experiencia de los que trabajan dentro, que son los que conocen sus fortalezas y debilidades.

¿Cuándo y cómo se hará la reforma? Sin dudas, esta es la expectativa que tiene la sociedad, que ya no cree en alardes mediáticos ni en el uso de parches para tapar definitivamente los tantos agujeros que, como las metástasis, drenan la disciplina, la moral y la eficiencia operativa de la Policía Nacional.

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