Hospitales saboteados
Es demasiado grave la denuncia del director del Servicio Nacional de Salud, doctor Mario Lama, de que dentro de los hospitales públicos operan mafias que sabotean sus operaciones.
La situación ha llegado a tal punto que la mayoría de los directores de esos hospitales han tenido que reforzar los sistemas de vigilancia con cámaras de seguridad y pedir el auxilio de militares en sus almacenes y áreas de equipos sofisticados.
Los llamados “enramados”, una especie de alianza de negociantes inescrupulosos, configuran una amplia red de complicidades para dañar intencionalmente equipos de rayos X o de sonografías, a fin de derivar a pacientes a centros que se especializan en esos servicios que funcionan en los entornos hospitalarios.
La red también sustrae insumos esenciales, como reactivos para análisis de sangre, para propiciar negocios colaterales con laboratorios que pagan hasta un 30 por ciento del costo de las pruebas como una especie de “peaje” por cada paciente remitido.
Los “enramados“ mafiosos florecieron en la época en que los hospitales carecían de suficientes equipos y adecuados centros de bioanálisis y esa mafia fue la culpable de que a muchos pacientes ortopédicos, necesitados de buenas prótesis o implantes, se les aplicaran y cobraran por los reemplazos llamados “carabelitas”, unas verdaderas porquerías.
Lo insólito es que una vez dotados de modernos equipos y ampliadas las áreas de servicios fundamentales, como producto de un amplio programa de remodelación y ampliación, las mafias internas sigan actuando para sabotear la calidad de los servicios y mantener, a su vez, el negocio de centros privados que se lucran de esa práctica lesiva a la salud ciudadana.
Es tiempo ya de que, con las evidencias aportadas por el director del SNS, confirmadas por varios directores y por un antiguo director de ese sistema, muevan a una investigación profunda y a un drástico corte de raíz de esas insanas prácticas de negocios.