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Mientras las Fuerzas Armadas se limpian…

Nadie pone en dudas que uno de los mayores empeños del presidente Abinader es promover el adecentamiento del país mediante su política de “corrupción cero” y de transparencia en el manejo de los recursos públicos.

Alcanzar esos objetivos demanda una firme determinación en la supresión de prácticas muy enraizadas en las instituciones públicas, tanto aquellas que abren las llaves para robar al erario como las que distorsionan las normas de disciplina e integridad de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

Es una lucha en varios frentes y, para poder avanzar en ella, es preciso actuar sin dobleces ni indulgencias ante aquellos que, usando influencias, poder, enllavaduras políticas y vínculos con el crimen organizado, pretenden malograrla. Uno de esos frentes es el de la esfera militar y policial. Y lo prueba la iniciativa del Presidente de reformar estructuralmente esas instituciones, para modernizarlas y comprometerlas en las que son sus misiones y responsabilidades constitucionales.

Mientras las Fuerzas Armadas y la Policía se limpian de las prácticas y los sujetos que han manchado su prestigio, no es aceptable que vuelvan a sus filas figuras cuestionables, algunas de las cuales, en contubernio con agentes del crimen organizado, han ayudado a dar más poder e influencia a estos delincuentes.

Ese maridaje siniestro le ha hecho mucho daño al imperio y rigor de la ley, a la honorabilidad de las instituciones armadas, a la efectividad de la lucha contra el narcotráfico y a las esperanzas de jóvenes que están en sus filas, capacitándose y actuando con apego al orden disciplinario para ganar méritos y ascender en sus rangos.

El viejo modelo de taponar la pirámide del mando con una oficialidad inamovible no cuadra con el perfil de unas instituciones armadas que ameritan renovarse para la modernidad, con miembros depurados y alineados en la mística de la “corrupción cero”.

La sociedad no ve con buenos ojos que en un momento en que la seguridad nacional y la seguridad ciudadana deben ser columnas de la estabilidad, esta política del presidente Abinader pueda ser mediatizada o minada por los enemigos de la institucionalidad, acicateados por un narcotráfico fuertemente golpeado por las nuevas autoridades.

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