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Sobeida, un premio a la dignidad

Sobeida Madé es una joven madre que, a base de perseverancia, sacrificios y extraordinaria voluntad de superación, luchó sin tener recursos y pudo alcanzar parte de sus sueños.

Pobre y, para colmo, con su esposo inhabilitado por un accidente, se empleó como doméstica de medio tiempo en la capital y así pudo convertirse en el sostén económico del hogar y, de paso, costear sus estudios en la universidad.

Era tal su determinación que, a base de consagración, se graduó con los máximos honores como licenciada en Educación Básica, pero aun así no encontraba dónde ejercer sus capacidades.

Aceptó trabajar como maestra voluntaria en una escuelita pública de Palenque, San Cristóbal, y las profesoras de allí le aportaban modestas sumas de sus propios salarios para preservarla.

Tras conocerse esta historia a través del LISTÍN DIARIO, el ministro de Educación, Roberto Fulcar, la llamó a su despacho y le anunció que le concederá una beca para la maestría de planificación docente y un trabajo en el área administrativa de la escuela pública más cercana a su casa.

Esto es un merecido premio a la dignidad, a la tenacidad de una joven madre que, sin amilanarse por su condición de pobreza y de vida precaria, hizo lo que pudo, honesta y decentemente, para proteger a su esposo y sus hijos y lograr los más altos méritos en su carrera universitaria. Frente a su ejemplo, cabe la pregunta:

¿Cuántas mujeres y hombres, en igual condición que Sobeida Madé, se han rendido o han desviado sus vidas para hacer lo incorrecto y hasta lo socialmente dañino porque no encontraron el auxilio del Estado o de la sociedad para enrumbarse por los mejores caminos?

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