Opinión

Agarrando al toro por los cuernos

Los reyes del narcotráfico y el lavado de activos son fáciles de reconocer en cualquier lugar del país, porque ostentan sin ocultar sus lujos y riquezas, su poder y sus extravagancias y, sobre todo, sus estrechas enllavaduras con autoridades, civiles o militares.

Lo extraño es que hubiese pasado tanto tiempo para que la autoridad real, cuyo compromiso solo debe estar al servicio de la ley, la institucionalidad y la sanidad moral de esta sociedad, se pusiera las pilas y detuviera ese desmadre.

Prevalecía, sin dudas, un extendido ambiente de protección e impunidad que alimentó una coalición entre autoridades corruptas y delincuentes, apañando el ingreso, venta, consumo y hasta reexportación de drogas, un negociazo del que muchos se lucraron.

Es de un tiempo hacia acá en que las cosas han comenzado a cambiar. A los gatos les están poniendo cascabeles y ya los ratones no cuidan el queso.

Con una justicia que no es rehén de esos oscuros intereses y unas instituciones militares y de inteligencia que gradualmente se han ido depurando y entrando en la línea de la transparencia y la impunidad cero, otra es la realidad.

Los fuertes golpes que las nuevas autoridades han dado a las mafias han develado los oscuros engranajes que movían esta maquinaria de riqueza, poder y chantaje.

Por eso ahora los decomisos de sumas millonarias, autos de lujo, mansiones, fincas y empresas vinculadas son más frecuentes y más voluminosos, señales de que estamos frente a un modelo distinto de lucha, más decidido y frontal, que es lo que la sociedad necesita para recuperarse de este lastre.

Este es un mérito indiscutible del gobierno del presidente Luis Abinader, que ha activado investigaciones dormidas y ha decidido tomar al toro por los cuernos, con todas sus consecuencias y riesgos.

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