Opinión

Un adiós a don Ramón Báez Romano

Ramón Báez Romano fue un empresario exitoso y un ciudadano honorable.

Se echó a cuesta la Editora Listín Diario en un momento difícil de su historia.

Solo un ser humano con su sabiduría y vocación de servicio fue capaz de sacar adelante a este diario en tiempos de vaivenes.

Lo mantuvo como el decano de la prensa dominicana. No lo dejó caer como algunos pensaron. Todas las mañanas su sonrisa iluminaba al Listín. De su afabilidad y esmerado saludo pueden dar fe todos los empleados por igual, desde periodistas a guardianes, desde mercadólogos a impresores.

En su oficina era el motor directriz de una empresa que nunca bajó su frente y se mantenía con el rostro en alto contra viento y marea.

Los lectores del Listín siempre le agradecerán su coraje, su olfato de concordia y madurez.

Aún en etapas contradictorias, don Ramón siempre fue el rostro de la empresa. No temía dar la cara, enfrentar escollos y mirar con orgullo hacia adelante.

Daba el frente a los problemas con altura y dignidad. Sabía sonreír a quien lo merecía y fruncirle el ceño de la compasión al menesteroso.

Su experiencia como empresario lo convirtió en paradigma. Todos sus negocios prosperaron gracias a su amplia visión.

Fue un abanderado de los tiempos y supo combinar su afición al deporte con su impronta profesional.

En su escaso tiempo libre jugaba golf con pasión.

Su vida es un libro abierto. Hombre venido al mundo para hacer el bien. Y así se ha marchado “ligero de equipaje” como escribió el poeta español Antonio Machado.

Su legado imborrable siempre brillará en quienes lo conocieron.

Don Ramón Báez Romano siempre estará con nosotros. Su impronta es un arma que anima al periodismo de hoy, e invita a las nuevas generaciones a enfrentar los nuevos retos que se avecinan en el mundo de la comunicación con optimismo y confiabilidad.

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