¿Y dónde estaban los prebostes?

Al asumir el cargo de comandante de La Victoria, el 21 de septiembre de 2020, el coronel José Rafael de los Santos proclamó que, desde ese momento, terminaba la era de los funestos y abusadores prebostes en ese penal.

“Si aquí hay algún “probó”, queda destituido de su cargo. Ahora hay un nuevo “probó”. ¿Ustedes saben quién es? El único “probó” aquí seré yo”.

Con este mensaje tan contundente y concluyente, la sociedad pareció entender que estaba llegando a su fin el reinado de la figura siniestra y reprochable del preboste carcelario.

Porque, como dijo entonces el coronel De los Santos “el único que le puede romper los huevos a ustedes (los presos) soy yo”.

Algo insólito, pues la Ley 224 del Régimen Penitenciario, en su artículo 46, solo permite medidas disciplinarias y el artículo 5 expresamente prohíbe las torturas, maltratos, vejaciones o humillaciones a los reclusos.

No obstante toda la grandilocuencia del nuevo discurso, La Victoria sigue siendo el invariable antro de promiscuidad, de negocios turbios, de mafias y de jefes criminales que ordenan desde allí operaciones delictivas a sus sicarios o cómplices de la calle.

En efecto, un año después se produjo otro motín de la larga y frecuente cadena de episodios violentos, luego de que la Dirección de Prisiones iniciara el traslado de presos acusados de narcotráfico a otras cárceles,

Y comenzando este año, otro motín estalló y el saldo fue de tres muertos y nueve heridos. A raíz de ese suceso, la cárcel ha sido intervenida dos veces por tropas militares que han decomisado armas y drogas, y lo último que se ha descubierto es que allí operaba un andamiaje tecnológico para vender señales de internet y activar cámaras de vigilancia de una mafia interna.

Tal parece indicar que, a contrapelo del proclamado único “probó” de La Victoria, los que están rompiendo los huevos son otros.

Solo una acción enérgica y de control sistemático de las autoridades es la que podrá poner fin a tanto desacato, tantas reyertas y tantas maniobras ilícitas que, por su calado, le han malogrado la gestión al comandante que quiso ser “el único probó” de La Victoria.

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