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¡No a la impunidad!

El brutal atropello de una mujer en Baní, cuyo autor evadió por dos semanas la persecución de las autoridades, no puede quedar impune.

¿Qué mensaje se le mandaría a la sociedad dominicana si a un despiadado abusador se le conceden indulgencias judiciales solo por el hecho de que su víctima “desistiera” de sostener la acusación ante los tribunales?

Pues, sencillo, la sociedad entendería, asombrada, que maltratar a una mujer y esconderse de la ley es posible y hasta admisible, sin medir las consecuencias de esta permisividad.

“Herir a una mujer es ultrajar a Dios, que tomó la humanidad de una mujer, no de un ángel, no, directamente de una mujer”, ha dicho en su primera oración del año el Papa Francisco.

Si algo ha conturbado y conturba a la sociedad es la escalada de feminicidios y de abusos que provienen de las sinrazones y los desenfrenos prohijados por una cultura machista.

Esa abrumadora tragedia ha dado lugar a una reconsideración de las penas legales para endurecerlas en este tipo de casos, incluyendo hasta el delito de la intención o la amenaza no materializadas.

La justicia tiene que darse a respetar frente al hecho consumado, filmado y viralizado en todos los medios, y no permitir que los “arreglos de aposentos”, por debajo de la mesa, bloqueen su responsabilidad en este y en cualquier otro caso donde pretenda comprar impunidad a cualquier precio.

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