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EDITORIAL

Señales confusas

Con un sostenido récord de más de 6,000 contagiados diarios por Ómicron registrados en una semana, sin añadir los millares de casos de infección que no acuden al médico y los afectados por la influenza, es arriesgado reabrir las aulas mañana.

Ni siquiera los maestros aseguran que irán a impartir docencia, mucho menos parecen desearlo los padres en cuyas familias hay varios enfermos por una u otra causa.

Los médicos especialistas tampoco aconsejan este paso.

Las universidades decidieron a tiempo reanudar la docencia por medios virtuales para la mayoría de sus estudiantes.

Y el propio Ministerio de Salud Pública emitió una resolución en la que recomienda al sector empleador que reduzca la presencia de sus trabajadores y opte por el teletrabajo, especialmente para personas mayores de 60 años.

De igual modo, las autoridades han recomendado limitar los aforos o la presencia de público en eventos deportivos o artísticos, una señal que implícitamente reconoce los riesgos de contagio por las aglomeraciones, ya que tanto el Ómicron como la influenza son muy transmisibles en tales circunstancias.

En el caso de las escuelas, tanto la población de alumnos como la de docentes, no está completamente vacunada contra el Covid.

Eso es un factor que conspira contra la intención de reanudar las clases, por mejor inspirados que sean sus objetivos.

Si se ha admitido oficialmente que estamos bajo un estado de emergencia epidemiológica, que se comprueba con la alta tasa de positividad de casos por coronavirus e influenza y la creciente demanda de camas en clínicas privadas y hospitales, ¿qué ganaríamos con exponer a maestros y alumnos al riesgo del contagio?

Además, hay que tomar en cuenta que centenares de médicos y enfermeras de la primera línea de combate –vacunados todos– están contagiados y que falta todavía mucho tiempo para declarar controlada la pandemia.

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