EDITORIAL

¿Retenes o peajes?

Más que efectivos puestos de vigilancia para disuadir a los delincuentes, los retenes policiales perdieron su razón de ser cuando derivaron en estaciones de “peajes” ilegales.

Al suprimir estos puestos de retenes o chequeos, el mismo director de la Policía los consideró “odiosos para la gente honesta y de trabajo”, y le sobra toda la razón.

Hubo muchas quejas, recientemente, de gente que era retenida en horas nocturnas tras salir de sus trabajos y, para poder economizarse una reclusión forzada, tuvieron que pagar coimas.

Abundaron, sobre todo, en los tiempos del toque de queda, cuando los ciudadanos, en falta o no con los salvoconductos, pagaban “peajes” para no tener que ser multados cuando eran llevados a cuarteles en retención temporal.

Rápidamente se extendió la idea de que esos retenes servían como fuentes de ingresos extras para los agentes a cargo de los mismos. Pero la costumbre, al parecer, hizo ley.

Para desmantelar esos retenes o puestos de chequeos, el director de la Policía, mayor general Eduardo Alberto Then, recurrió a una lógica contundente: los delincuentes no pasan ni van a donde hay retenes. Ni locos que fueran.

Esta medida de suprimir los retenes ordinarios ha sido bien acogida por la ciudadanía.

Naturalmente, la Policía debe estar en capacidad de establecer chequeos de emergencia cuando una situación lo amerite y no cruzar los brazos en un combate firme y bien llevado, profesionalmente, contra los malandrines que asaltan y matan impunemente a ciudadanos indefensos en las calles de nuestro país.

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