Opinión

¡Acaben con ese jolgorio!

Los entornos de los principa­les hospitales de la ciudad son hoy puros arrabales.

Las aceras de las calles ad­yacentes han sido copadas por taranti­nes, cocinas, talleres y toda clase de ca­chivaches, sin que ninguna autoridad se atreva a poner fin a esas fuentes de contaminación urbana.

El intenso cruce de vehículos por vías que parcialmente han tomado algunos de esos negocios genera taponamien­tos, ruidos de bocinas y a menudo dis­cusiones, berrinches y arrebatos de to­do tipo, entre choferes y transeúntes.

A este ambiente se agrega el de los jolgorios que se producen en bares y colmados, sobre todo cuanto usan bo­cinas en alto volumen para difundir música, sin respetar horarios.

Un cuadro crítico es el de la nueva y moderna Ciudad Sanitaria, cuyos hospitales no han sido todavía inau­gurados.

Los pacientes de cardiología o de cui­dados intensivos no pueden descansar bien con estos bullicios.

Estos constituyen un franco atentado a su delicada condición, pues altera el reposo, el sueño y la tranquilidad que necesitan para recuperarse.

El ruido, la basura y las congestiones del tránsito son factores de contamina­ción que degradan el ambiente hospi­talario.

Este desorden no puede continuar. Las autoridades no pueden ser tan permisivas con esa arrabalización, contraproducente y dañina a la salud de tantos pacientes, en consultas o internamiento, que acuden a diario a esos hospitales

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