Desenrollando la madeja de la corrupción
En la medida en que se ahondan las investigaciones contra la corrupción en esferas del Estado, más grande e insondable parece la madeja de responsabilidades y complicidades que todavía cubre tales maniobras fraudulentas.
Por el volumen de páginas y datos que sustentan los expedientes de unos siete casos gruesos de corrupción, cuyos imputados, en su mayoría, guardan prisión, es fácil imaginar que faltan más piezas para llegar al ensamblaje final del esquema defraudatorio.
Si se suman los montos de dineros públicos distraídos se apreciará que se trata de uno de los mayores episodios de depredación administrativa.
Y si se escudriñan más a fondo los mecanismos usados para ocultar esos manejos irregulares, también se podrá visualizar el tamaño del agujero de la lenidad de las autoridades competentes que permitieron tales violaciones a los procedimientos administrativos.
En vista de que los hasta ahora imputados ostentaban posiciones de cierta importancia en el Estado, particularmente en las instituciones castrenses, la misión de un ministerio público independiente es la de llegar a descubrir la madeja y evidenciar los ejes que ayudaron a tejerla.
Los tribunales deberán decidir, respetando siempre los derechos procesales de los imputados, los niveles de responsabilidad que se les atribuyen en esos expedientes.
Pero es obvio que, para llegar a la correcta substanciación de los mismos, habrá que agotar el tiempo debido, sin festinar ningún procedimiento.
Por el calibre de los imputados, el monto de las defraudaciones y la presumible alta cadena de complicidades en esos entramados, los magistrados investigadores deben contar ahora con una mayor protección personal para que cumplan su misión sin interferencias, sin chantajes, presiones y sin rayas rojas que debiliten, desvíen u oculten la búsqueda de la verdad, pase lo que pase.