Opinión

¿Quiénes son?

Una cantidad indeterminada de dominicanos está bajo secuestro en Haití en estos momentos, según ha denunciado formalmente el presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco.

Una denuncia grave. Una situación grave. Amerita, entonces, que el gobierno aliste todas sus capacidades para interceder en favor de estos compatriotas.

Pacheco no ofreció la cantidad de dominicanos secuestrados, pero dijo que entre ellos figuran varios camioneros que pertenecen a la circunscripción 2 del Distrito Nacional.

Es una disyuntiva difícil si se toma en cuenta que ni siquiera las autoridades haitianas tienen capacidad para evitar que las bandas armadas que dominan más del 40 por ciento del territorio de ese país sigan secuestrando ciudadanos, nativos o extranjeros, para cobrar millonarios rescates.

El muy sonado caso del secuestro de 17 misioneros norteamericanos y canadienses por parte de la temible banda 400 Mawoso, es el ejemplo del desembozado desafío que las pandillas están planteando a las autoridades de ese país.

Solo un golpe de fuerza militar externa puede encarar la gravedad del derrotero de crisis que ha sumido a Haití en su peor estado de inseguridad, violencia e insurrección de los últimos tiempos.

La República Dominicana, que no es indiferente a ese ominoso panorama, ha clamado por una inaplazable intervención de las Naciones Unidas en esa crisis y ha formalizado, junto a Panamá y Costa Rica, una propuesta para una estrategia de recuperación del orden, la pacificación y la institucionalización de Haití.

Al ser parte directa e indirectamente afectada por este peligroso descalabro, urge que nuestro país despliegue todos los recursos a su alcance para proteger la integridad de los dominicanos secuestrados y, también, para defender la inviolabilidad de la frontera y la seguridad de los habitantes de este lado.

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