Muchos frentes abiertos

El gobierno encara, simultáneamente, varios frentes críticos que ponen en riesgo la estabilidad económica, la paz social, la seguridad nacional y la salud ciudadana.

Para enfrentarlos, ha abierto un diálogo que tendrá como agenda básica más de diez reformas estructurales y, posiblemente, una de la Constitución.

Al tratarse de asuntos cruciales, hay que abordar esas reformas con un carácter apremiante, pero sin festinarlas, por supuesto.

Una de ellas, la fiscal, que siempre golpea en el tuétano la base del ingreso, el consumo y el patrimonio, es impostergable para asegurar la capacidad financiera del gobierno y el curso de crecimiento de nuestra economía.

La de la Policía Nacional es perentoria, para sentar las bases de un nuevo modus operandi que garantice el control de la delincuencia y la criminalidad, y refuerce los mecanismos de protección de la ciudadanía y, por ende, de la paz social.

El afianzamiento de un modelo de ministerio público independiente y de un renovado marco electoral es clave para evitar un quiebre de la democracia, afectada por la falta de transparencia y de consecuencias contra la corrupción administrativa y el descrédito acelerado del sistema de partidos.

El peligro haitiano, reflejado en una migración de ilegales y en un tráfico persistente de armas y drogas, conspira contra todos los esfuerzos que hace el país para organizar su modelo de desarrollo y convivencia social.

La pandemia del Covid, que exprime los recursos públicos con multimillonarias inversiones para cuidar la salud del pueblo, minimizar el desempleo y otros trastornos a la economía, es otro de los mayores desafíos de la actualidad.

En un contexto como este, las amenazas hay que verlas y enfrentarlas de conjunto. Aunque la mayor responsabilidad recaiga sobre el gobierno, sin la unidad y el concurso de toda la sociedad, no será posible resolverlas con prontitud y con éxito.

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