Una condena ejemplar
Un año después del fatídico atentado que le desfiguró el rostro a la joven Yocairy Amarante, los tres malvados que le rociaron “ácido del diablo” han sido condenados a la pena máxima de 30 años de cárcel para cada uno.
La jueza Ailyn Ventura, del Primer Tribunal Colegiado, sintonizada con las aspiraciones de una sociedad que exigía tal castigo, dictó una ejemplar sentencia que, a nuestro juicio, debería pautar la gravedad de la pena en casos semejantes.
Impactada por los recurrentes ataques que se han producido con “ácido del diablo”, la procuradora general Miriam Germán había instruido a los fiscales a pedir la pena máxima en este tipo de actos de tortura y barbarie. Y ya comenzamos a ver los resultados.
No hace mucho, otra joven mujer, Yanelis Arias, fue atacada con esa misma sustancia y pereció días después, y esto dio lugar a que el departamento de Protección al Consumidor prohibiera la venta libre al público de ese ácido, limitando su comercialización a necesidades técnicas o industriales.
Con la misma dureza con que la justicia castiga estos actos de barbarie, así debería actuar frente a los que emplean metanol para adulterar bebidas alcohólicas, causa por la cual han muerto centenares de personas en los últimos años.
Condenas como estas reviven las esperanzas de que la justicia, ante estos casos atroces, sepa descargar las debidas penalidades sobre sus autores, para que sirvan de ejemplos disuasorios y nadie más pretenda valerse de sustancias nocivas con el propósito de matar, dañar o desgraciarle la vida a los demás.