Nuevas “mixturas” en el periodismo
El periodismo profesional es la más alta categoría de la comunicación social. Tanto por las reglas que rigen su ejercicio como por la naturaleza de su misión en la defensa de la democracia,su papel sigue siendo único en la sociedad.
Al margen de él y gracias al anchuroso espacio que abren las plataformas digitales, nuevas formas de informar o comunicar hechos y opiniones están hoy a la mano de los ciudadanos que las difunden sin pasar por los tamices y cuidados que se aplican en diarios y canales de radio o de televisión.
Sin importar la esfera de las que emanan las noticias, lo cierto es que la humanidad dispone ahora de mayores fuentes para enterarse de los sucesos de actualidad y de innovadoras formas de hacerlo.
He visto, por ejemplo, como algunos célebres youtubers o influencers procuran también parecerse a los periodistas profesionales llevándoles a sus audiencias, mediante vídeos o podcast, relatos y vivencias de las realidades que captan y cómo las interpretan y las configuran.
Que no se ciñan a los métodos de verificación, contraste entre fuentes y prohibición de sesgos, es otra cosa. Decidirá el usuario o receptor si les merecen confianza, si son reales y creibles o si, por el contrario,son criaturas de ficción.
Lo que no quita que, en la mayoría de los casos, los que esos youtubers o influencers difunden, pura y simplemente o con ediciones ensambladas, constituyan materia prima para el conocimiento de situaciones o episodios que son verdaderamente noticia.
Algunas formas creativas que provienen de estos comunicadores empíricos son dignas, sin embargo, de tomar en cuenta y de ser depuradas e incorporadas al menú de opciones con las que el periodismo profesional digital busca enriquecerse y hacerse más proximo y conectado a las nuevas preferencias de las audiencias.
Los “periodistas-youtubers” o “youtubers-periodistas” ya se vislumbran como una categoría emergente en este sorprendente ecosistema de la información.