Opinión

Estamos aprendiendo a cuidarnos

Con las experiencias acumuladas de las temporadas ciclónicas cada año parece ser que estamos aprendiendo a cuidarnos más de estos fenómenos atmosféricos.

Las cifras de muertes por percances asociados a las inundaciones o ventarrones han sido muy mínimas en los últimos años.

Los operativos de traslado de residentes en zonas vulnerables hacia refugios, antes difíciles y traumáticos por las resistencias de los ciudadanos a abandonar sus casas, funcionan ahora mejor que antes.

La sistemática difusión de informaciones y consejos relacionados con la proximidad de tormentas, vaguadas y ciclones, ha servido de guía para tomar precauciones a tiempo. Ahora la información meteorológica, más precisa y confiable, tiene valor.

Las experiencias de los fenómenos Fred y Grace, que causaron desajustes en las rutinas de vida, mas no muertes, debido a inundaciones, son indicativas de las actitudes de autoprotección y de cooperación colectiva para salvar vidas.

El desborde de ríos y cañadas, difícilmente evitables por la cantidad de lluvias, obliga al Estado a realizar un levantamiento de aquellas zonas en las que se necesiten muros o canalizaciones adecuadas, para que en los futuros presupuestos se consignen partidas con esos fines.

Minimizar o contener estos desbordamientos es una precaución esencial para evitar pérdidas de vidas humanas, animales y daños considerables a los hogares y las siembras agrícolas.

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