La corrupción militar
La corrupción militar ha sido una mancha indeleble en el corazón de la institucionalidad dominicana.
Desde el Consejo de Estado, que asumió la conducción del país tras el derrumbe de la tiranía trujillista, las formas de corrupción han sido diversas.
Tanto el manejo discrecional y poco transparente de los presupuestos como la venta de rangos, jefaturas y altos puestos de mando, compras amañadas de combustibles, coimas en las adquisiciones de equipos militares, contubernio con el narcotráfico y otras esferas del crimen organizado, han ido fomentando esa cultura dañosa que ha calado demasiado hondo.
Ningún gobierno civil ha sido capaz de hincarle el diente. Por eso se ha expandido esa cultura hasta nuestros días.
Antes no se atrevían, por temor a un golpe militar o a un clima de desestabilización o porque las estructuras que la sustentaban también tenían dolientes en el sector privado y el empresarial.
Muy pocos y resonantes casos han sido llevados a la justicia y cuando eso ha ocurrido se convierten en episodios antológicos. La percepción que se ha tenido es que son áreas intocables, muy capaces de cualquier retaliación.
Lo cierto es que, por esa vía, que en nada se diferencia de la corrupción administrativa en el Estado, miles y miles de millones de pesos han sido extraídos de las arcas nacionales, nutridas con los impuestos que pagan los ciudadanos, para crear abominables y sucias fortunas.