Opinión

Asaltos a troche y moche

Los ladrones se están moviendo a sus anchas por la capital, asaltando, hi­riendo y a veces matando a inofensi­vos ciudadanos.

Predomina un raterismo a troche y moche que no tiene frenos de horarios, lugares ni zonas su­puestamente vigiladas o protegidas por la auto­ridad.

Las imágenes de audaces asaltantes despojan­do de teléfonos celulares, carteras, prendas o bul­tos a hombres y mujeres de a pie, se viralizan ca­da día en las redes, creando una sensación de profunda inseguridad ciudadana.

La Policía parece desbordada por tantos episo­dios a cualquier hora y en cualquier lugar, a pesar de que su instrumental de equipos ha sido refor­zado y los salarios de sus miembros han sido sen­siblemente mejorados.

Los asaltantes, por lo general, andan en moto­cicletas y en pareja. Usan armas de verdad. Su ca­racterística es que nada los intimida ni los disua­de. Ni las cámaras de vigilancia que existen por doquier, ni la presencia cercana de agentes poli­ciales o guardianes privados.

Cuando existía el toque de queda real, no no­minal, se las ingeniaban para cometer sus desma­nes de noche, a veces disfrazados de delivery, de policías o militares o de lo que los hiciera menos sospechosos.

Hasta de médicos y vacunadores con atuendos de bioseguridad se han camuflado, según denun­cias, para penetrar a casas a robar, aprovechando la campaña de inmunización contra el Covid.

Frente a esta oleada de asaltos, puede decir­se que no hay lugares seguros e invulnerables ni garantías de protección para los ciudadanos, sea cual sea su condición social.

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