El valor de la mujer

Al crear el universo, Dios dotó al hombre y a la mujer de fortalezas distintivas para que coexistieran en armónico equilibrio en el disfrute de los bienes terrenales.

A la mujer le dio el privilegio de concebir y parir hijos, la dotó de inigualable sensibilidad para criarlos, educarlos y protegerlos integralmente y la enalteció con otras dotes que el hombre no puede disputarle.

A lo largo de los siglos, la mujer ha luchado por trascender los ámbitos esencialmente domésticos o limitados en que cumplía sus roles y hoy en día la vemos cosechando los frutos de ese duro batallar.

Ha logrado que se universalicen leyes que le reconocen sus derechos sociales y ha ejercido un papel relevante desde los poderes públicos y la esfera empresarial y productiva, sin desmedro de sus innatas y propias cualidades y capacidades con las que Dios la dotó.

Esta progresiva toma de espacios ha costado, sin embargo, indecibles sacrificios y duras pruebas.

Son muchos los muros de la discriminación, la exclusión, la violencia y el vasallaje de una cultura del machismo intransigente que la mujer ha tenido que derribar para alcanzar hoy su legítima representatividad y autoridad en la conducción del mundo.

Su papel en cualquiera de las líneas de lucha contra la pandemia del Covid, sea en el campo de la salud o del cuidado de la familia, su contribución a la enseñanza, desde lo virtual, o sus activas participaciones en los esfuerzos por defender el clima y la igualdad de derechos entre las personas, son muestras de las grandes potencialidades con que la mujer enriquece el avance y el progreso de la raza humana.

¡Loor a todas en este Día Internacional de la Mujer!