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EDITORIAL

El chantaje haitiano

Muchas de las acciones públicas o solapadas, que se generan desde el poder en Haití contra la República Dominicana, llevan un inocultable sello del chantaje.

No es preciso enumerarlas, pero al ser tan recurrentes bastan para darnos una idea de las destrezas con que el gobierno haitiano juega sus cartas políticas y diplomáticas frente a su par dominicano.

El caso del secuestro de dos técnicos dominicanos, que se añade a una larga lista de episodios semejantes en los que las víctimas han sido patanistas, comerciantes, religiosos u otros profesionales, no es casual.

Ahora Haití pretende negociar la liberación de los dominicanos a cambio de la extradición del ex-alcalde de Puerto Príncipe, Youry Chevry y otros opositores que huyeron con él. Otra muestra del chantaje.

Haití es, día a día, un escenario de secuestros (hasta cinco en una misma jornada), reyertas entre bandas, asaltos de comercios y asesinatos callejeros, fruto de un tinglado de ominosas pretensiones.

Son jugadas de orden interno con múltiples propósitos: unas veces para controlar barrios o zonas calientes de la oposición, empleando bandidos armados para crear más desasosiego y mantener el estado de desestabilización política y social, y otras veces para afectar el intercambio comercial con nuestro país.

Bajo tal circunstancia, esos episodios empujan la migración ilegal y pueden generar conflictos de mayor envergadura con la República Dominicana, como el que se esconde con la provocación del último secuestro.

Hasta aquí llegan informes de que los que cometieron el secuestro son bandidos (o policías) al servicio del gobierno, que inclusive ha desestimado cualquier ayuda de la inteligencia militar dominicana para resolver el caso.

No importa que desde el país se enviara una inaudita señal de advertencia de que comandos especializados podrían intentar el rescate, porque la estrategia de la desestabilización funciona bien para mantener el caos y, sobre esa base, a un gobierno reputado de ilegítimo y repudiado por muchos.

Si no les basta esa presión, lo que procede es cerrar totalmente la frontera hasta que cese esta política de chantaje y extorsión y liberen sin condiciones a los dos técnicos dominicanos.

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