Aunque tardía, habrá justicia
Si bestial y horroroso fue el asesinato del catedrático y abogado Yuniol Ramírez, en 2017, sucia y desvergonzada fue la actitud del ministerio público de entonces de ocultar la verdadera causa del crimen.
Y más que ocultarla, resultó perversa la confabulación oficial que permitió que el presunto autor de ese homicidio escapara del país.
E indelicadas las manifiestas intenciones de minimizar el grueso entramado de corrupción que la víctima había puesto al descubierto en la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses (OMSA).
Finalmente, el acusado principal de disparar en un ojo y amarrar el cuello de Yuniol con una cadena atada a un block de cemento y hundir el cadáver en un arroyo, ha sido extraditado y puesto en manos de la justicia.
Argenis Contreras, que permaneció en fuga casi cuatro años, tuvo, según dicen los investigadores, otros cómplices por lo que ahora, estando en poder de las autoridades, se espera el más franco e indudable esclarecimiento del asesinato de Yuniol.
Porque de ese esclarecimiento dependerá el descubrimiento cabal de la red de corrupción que drenó los recursos de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses, un delito todavía no castigado porque la justicia le ha dado muchas vueltas a ese expediente quemante.
Relevante ha sido, y de esto hay que dejar constancia, el papel de la actual Procuraduría General de la República en el proceso de traer y enjuiciar a Argenis.
Así habrá oportunidad para que la sociedad dominicana sea resarcida en el estupor que causó ese brutal asesinato y los familiares de Yuniol Ramírez se sientan recompensados al menos con la tolerancia cero a la impunidad judicial en este caso.