Opinión

El ocaso del poder adquisitivo

Con el sacudión que ha tenido la eco­nomía en medio de la pandemia del coronavirus también quedó diezma­do el limitado poder adquisitivo de los trabajadores.

Como el Estado no cumple satisfactoriamente sus responsabilidades en materia de derechos so­ciales, el ciudadano se ha visto obligado a procu­rarse sus propias soluciones, pagándolas de sus menguados bolsillos.

Se da en todos los servicios básicos: a la falta de un adecuado, ágil, seguro y confortable sistema de transporte, el ciudadano se provee su propia solu­ción comprándose un carro o una motocicleta.

También tiene que comprar un inversor o una planta eléctrica para soportar la ineficiencia del servicio energético, un tinaco o cisterna y proba­blemente un pozo para asegurarse el agua potable.

Igualmente, tiene que inscribir y costear la edu­cación en colegios privados si no está conforme con la enseñanza en las escuelas públicas y, en el caso de los que tienen negocios o algunos patrimo­nios dignos de cuidar, pagar vigilantes o guardia­nes, porque la seguridad pública no les basta.

Con todas estas señales de inequidad, agravadas por las limitaciones causadas por la pandemia del Covid, es enorme el esfuerzo de creatividad que tienen que hacer los ciudadanos para vivir con un poder adquisitivo exprimido.

Y así se les ocurre a ciertos funcionarios hablar de nuevos impuestos o subir las tasas o el univer­so de contribuyentes en un Estado que todavía está en falta con la sociedad en materia de cumplimien­to de sus obligaciones sociales.

Tags relacionados