La Armada y la DNCD

Que en solo cuatro meses se haya capturado el 86.3 por ciento del total de drogas incautado el pasado año es un dato revelador del empeño que han puesto la Armada y la Dirección Nacional de Control de Drogas para cerrarle brechas al narcotráfico.

¿Cómo se explica que en cuatro meses se hayan dado más golpes efectivos contra ese flagelo que en los ocho anteriores?

Sin dudas, como el resultado de una clara línea de acción desde las alturas, conectada con el discurso de tolerancia cero contra la corrupción, uno de cuyos asientos lo ocupa el vil contubernio, mutuamente lucrativo, entre autoridades y narcotraficantes.

No solo han sido contundentes los golpes contra el tráfico, sino también con las redes más poderosas que solo podían ser tales con la bendición irresponsable de quienes están llamados a proteger a la sociedad de este cáncer, prevalidos de sus altos rangos políticos y militares.

Con dos comandantes de intachables hojas de vida militar, como el vicealmirante Gustavo Betances y el jefe de la DNCD, contralmirante José Manuel Cabrera Ulloa, sin manos amarradas, ambas instituciones lucen alineadas en esta lucha frontal.

Solo cuando hay voluntad política para declararle la guerra a un enemigo poderoso como el narcotráfico, se puede avanzar en la aplicación de una estrategia y una doctrina que enfrente sin miedo y sin ambigu¨edades este flagelo.

Hizo bien el presidente Luis Abinader en reconocer públicamente estos logros, lo que manda el claro mensaje de que bajo su administración no se repetirá el “laissez faire” del pasado, donde los infatuados reyes del crimen organizado hacían galas de sus nexos con el poder, con cuyo amparo acumularon vergonzosas fortunas a costa de dañar las vidas de muchos jóvenes adictos y burlarse impunemente de las leyes.

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