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A los que quieren sus vidas

La Pascua cristiana debe de ser un homenaje a la vida ahora que un Covid recrudecido amenaza la salud y la sobrevivencia de muchos dominicanos.

Si se trata el nacimiento del hijo de Dios en la tierra, la más solemne y prudente manera de hacerlo es renunciando a todo desenfreno festivo en Nochebuena y Año Nuevo, como se estilaba antes de la pandemia.

Ya el “Viernes Negro” comenzó a pasarnos factura,como lo hizo con los norteamericanos en el feriado de Acción de Gracias, disparando los contagios y muertes por coronavirus.

Acá nos esperan dos feriados de fines de semana que se prestan para que los ciudadanos, hartos del estado de emergencia desde marzo, intenten recobrar libertad plena para socializar, fiestar, beber y parrandear sin restricciones.

Sea este un momento propicio para dirigir un mensaje a los que quieren su salud y su vida: no abandonen las medidas de prevención y no se expongan a las consecuencias del virus, que ya las estamos sintiendo nueva vez.

Aunque nos duela, hay que sacrificar, en sus formas tradicionales, los festejos callejeros y los encuentros familiares masivos que marcaban el tono de las celebraciones navideñas, para guarecernos mejor del peligro de un virus que está en todos los ambientes.

En gran parte del mundo, atrapada por una segunda ola más agresiva y mortífera de coronavirus, estas celebraciones estarán fuertemente restringidas por un estado de confinamiento casi general de los ciudadanos.

República Dominicana no puede ni debe ser la excepción.

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