Opinión

El cuello de botella del escalafón militar

El tupido árbol del generalato militar ha sido fuertemente remeneado con un decreto presidencial que puso en retiro a 61 generales y coroneles de las Fuerzas Armadas.

Se inicia, así, lo que parece ser el quiebre de un embudo que afectaba el escalafón militar, impidiendo el flujo regular de ascensos y pues­tos de mando de los que están en línea de pro­moción.

Antes de que se produjera esta medida, la cú­pula militar la configuraban más de 130 genera­les y 1,300 coroneles y tenientes coroneles que seguían activos o pasivos en sus nóminas.

La ley orgánica de las Fuerzas Armadas , que al pa­recer es letra muerta en muchos sentidos, establece como condición regular para el retiro el tener 40 años de servicios, diez en el rango o 65 años de edad.

Igual se aplica en el caso de aquellos que ocu­paron posiciones en el Estado Mayor General, co­mo ministro, viceministro o inspector general, y han pasado a posiciones imferiores, incluyendo los que han sido comandantes de fuerzas, es de­cir, del Ejército, la Armada o la Fuerza Aérea.

Para aspirar a un mejor grado de instituciona­lización y respeto de la ley orgánica de nuestras Fuerzas Armadas es vital cumplir con los pará­metros numéricos de la alta oficialidad, desbor­dados hoy por la excesiva plantilla de generales sin funciones reales o necesarias.

Lo que acaba de disponer el Presidente Abi­nader luce ir en esa dirección, rompiendo un cuello de botella que por años, inexplicable­mente, estimulaba la elefantiasis en el mando militar del país.

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