La Nochebuena es, en sí, un toque de queda

La cena de Nochebuena, el 24 de diciembre, es una de las tradiciones religiosas y culturales más relevantes del pueblo dominicano.

Difícilmente la ciudadanía renuncie a celebrarla, pese a la existencia del toque de queda establecido como parte de las medidas de control de la pandemia del Covid.

Lo prudente es que, a diferencia de las formas en que la Nochebuena se celebraba cuando no existía este enorme peligro de contagio, esta vez se limite en lo posible a la familia nuclear.

Lo tradicional era reunir a los parientes o amigos más próximos en un mismo lugar. La situación actual no aconseja promover encuentros de muchas personas, ya que pueden convertirse en potenciales factores de contagio.

Celebrar la cena de Nochebuena, no en modo de almuerzo, es en sí un toque de queda. Porque se trata de una festividad del hogar, no de la calle.

Flexibilizar el toque de queda, como muchos sugieren para propiciar encuentros más amplios en uno o más domicilios familiares, es debilitar la naturaleza y el propósito de esta medida de protección.

Tenemos que aceptar que vivimos en una situación atípica, peligrosa, que nadie provocó ni deseó. Las circunstancias se imponen ante el deseo legítimo y natural de la mayoría de volver a las modalidades de siempre.

Defendernos del riesgo del contagio aplicando restricciones a las reuniones de muchas personas no le restará alegría ni deleite a la cena del 24. Para los que esta opción les resulte una incómoda limitación, pues que organicen el encuentro familiar en otras horas en las que no rige el toque de queda.

Toque de queda y cena de Nochebuena en familia restringida no son incompatibles, al menos por este año, hasta que desaparezca el azote del coronavirus, que es la esperanza y el anhelo de todos.

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