Un grave y perverso contubernio

Los contubernios entre auto­ridad y negociantes o perso­najes del bajo mundo no son nuevos en este país.

Ese maridaje ha sido dañino para la institucionalidad, artero para la vigencia de las leyes y baldón y vergüenza para la autoridad que claudica ante su deber.

Un nuevo episodio de esta mañosa y nociva práctica lo está denunciando ahora, con admirable responsabilidad, el director regional Este del programa Control de Bebidas Alcohólicas (CO­BA), que maneja el Ministerio de Inte­rior y Policía.

Ha dicho que oficiales de alto rango en esa zona entran en tratos con due­ños de bares y otros negocios para que, en franca violación del toque de queda y otras prohibiciones, sigan operando y permitiendo la venta de bebidas alco­hólicas a menores o las fiestas privadas nocturnas.

Inclusive, ha dicho el teniente policial (r) Roberto Antonio Silverio Castillo, que estos oficiales cómplices de las violacio­nes a las leyes se imponen sobre los res­ponsables del COBA en esa región para que no cumplan con sus deberes.

Con estas conductas, esos oficiales des­naturalizan y neutralizan las rígidas dis­posiciones emanadas del ministro de Interior y del estado de emergencia de­cretado por el Presidente de la República, haciéndose reos de una falta grave.

Lo que procede, ya que se trata de una denuncia pública formulada ante una re­unión de autoridades en la gobernación de La Altagracia, es que se identifiquen los oficiales en falta y se les apliquen las normas disciplinarias correspondientes y que esa práctica sea erradicada.

Aquí nadie puede relajar con la autori­dad, y mucho menos, ella misma.

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