Respirando hondo
Una sensación de alivio es la que sienten hoy los dominicanos tras la decisión del gobierno de no aplicar nuevos impuestos a la ya cargada lista de gravámenes a los bienes de consumo.
En medio de las dificultades existentes para lidiar con los efectos de la pandemia del coronavirus, el desempleo y la baja actividad de la economía, el gobierno puso sus focos en la fuente fiscal para lograr mejores márgenes de maniobra presupuestal para enfrentar la crisis.
El presidente Luis Abinader, colocado en el dilema de lograr un presupuesto óptimo y manejable para reactivar la actividad económica con más ingresos fiscales o cargar más sacrificios a la población, optó por otras alternativas no dolorosas.
Logró que la minera Barrick Pueblo Viejo adelante los impuestos que debe pagar por la explotación y venta del oro de la mina de Pueblo Viejo, Cotuí, ahora en alza en el mercado mundial, con cuyos recursos cubrirá el estimado de ingresos que se recibirían con los nuevos impuestos.
Con esta decisión, el Presidente ha hecho un excelente ejercicio de pragmatismo y de escucha de los reclamos de un país que estaba, hasta el momento de la alocución el jueves en la noche, altamente negado a aceptar nuevos impuestos.
En cierta medida, el Presidente está postergando para el 2021 la reforma fiscal que pretendía encauzar desde ya, como salida perentoria al déficit de recursos con el que se está manejando el gobierno en medio de esta crisis superlativa.
Una crisis que, como dijo el Presidente, es el fruto de dos pandemias juntas: la del Covid y la de la corrupción administrativa y la impunidad, atribuida a malos manejos del gobierno anterior.
Frente a esta última, el reclamo de la sociedad es que el gobierno intente, por la vía judicial, recuperar los montos sustraídos al erario por operaciones corruptas de antiguos funcionarios, antes que procurarlos por la vía de más impuestos.
Como esa ha sido una promesa sistemáticamente anunciada por el Presidente, ahora la sociedad espera que cumpla con su palabra.