Ya está bueno de aguantarles tantos desmanes

Aparte de estar al margen de la ley al entrar al país sin los permisos oficiales, muchos haitianos se han pasado de la raya perpetrando asesinatos, atracos, robos y otros desmanes en el país.

Se suceden, con pasmosa frecuencia, episodios en los que los haitianos aparecen involucrados en desarme de guardias y policías, en robo de ga­nado vacuno, en feminicidios e infanticidios y otros delitos, sin mayores consecuencias.

¡Ay de aquellos que se atrevan a denunciarlos!

Porque de inmediato surge un coro de voces de su­puestos defensores de los derechos humanos (pero de aquellos, no de los dominicanos), que los aso­cian a sesgos racistas o discriminatorios, cuando en realidad se trata de puros delincuentes.

La tolerancia ante sus desmanes, que es produc­to de alguna manera de este chantaje sistemáti­co ante el cual se rinden o escurren el bulto los gobiernos dominicanos, es lo que da lugar a que esos ilegales se sientan con libertad para burlar­se de nuestras leyes o atropellar y matar domini­canos.

La autoridad, blanda y tarda para actuar, no ha pasado con buenas notas la prueba de sus res­ponsabilidades como custodios de la frontera, como vigilantes de las leyes migratorias y como dolientes de los valores nacionales, al tolerar es­tos desmanes.

Fruto de esta indiferencia, el país se ha llenado de ilegales intocables que se aprovechan de esta falta de autoridad y de voluntad para violentar normas, leyes y costumbres, bajo las indulgentes pero irresponsables miradas de quienes promue­ven pactos o tratativas intergubernamentales pa­ra acreditarlos como refugiados, merecedores de toda misericordia y ayuda de los dominicanos que usurpan su indivisible territorio.

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