La Victoria, orden y respeto

Hace tiempo que el princi­pio de autoridad rodó por el suelo en este país.

Lo degradaron muchos de quienes estaban llamados a hacerlo va­ler hasta el punto de que ya no se puede ver ni orden ni respeto en ningún ámbito de la sociedad.

Por eso son tan frecuentes los episodios de desobediencia, irrespeto y burlas a los símbolos de la autoridad, como los que se suelen dar entre los que desafían el cum­plimiento del toque de queda o violan las leyes del tránsito, y se resisten a cualquier sanción.

Espacios emblemáticos de esas con­ductas reacias a la ley y la autoridad son las cárceles. No podía ser lo contrario, si allí es que se alojan sus más conspicuos exponentes.

Desde esas cárceles mandan sicarios a matar, a cobrar deudas de transacciones engañosas del bajo mundo, promueven el tráfico y consumo de drogas y ajustan cuentas a lo interno con los que desafían a los jefes, ante una “autoridad” que siem­pre se cruza de brazos.

De ahí que haya resultado un acto poco común que el nuevo comandante de la pe­nitenciaria de La Victoria, el coronel José Rafael de los Santos, reuniera a todos los reclusos para advertirles que, de ahora en adelante, el único que puede “romper los huevos adentro” es él.

Trazó, con firmeza, una raya: en la cár­cel la autoridad es la autoridad. Los reclu­sos no pueden usurparla ni desconocerla. Mucho menos desafiarla.

Ojalá que esta proclama o esta con­ducta se convierta en una doctrina prag­mática y que el concepto de la autoridad se imponga y se haga valer en todas las cárceles y en todos los espacios de la so­ciedad, donde penosamente ha desfalle­cido.

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