No quedaba de otra
Con una economía casi quebrada por los efectos de la pandemia del Covid, pocas alternativas le quedaban al nuevo gobierno que no fuera la búsqueda de recursos frescos por la vía de bonos soberanos.
El país se debate en la encrucijada de salvar la salud y la vida de sus ciudadanos y, al mismo tiempo, sostener la marcha ahora forzada de la economía hacia la recuperación.
Toda apuesta es crucial en estos momentos. La del endeudamiento externo, a tan largo plazo para redimir buena parte de los 3,800 millones de dólares de los bonos, era inevitable.
Con la economía prácticamente quebrada, el Gobierno ha tenido que echar mano a sus reservas y otros recursos presupuestarios para auxiliar a millares de dominicanos que perdieron sus empleos o están suspendidos a causa del cierre de negocios y empresas en las que laboraban.
A diferencia de procesos semejantes de colocación de bonos, que respondían más al interés de reducir déficit y financiar grandes proyectos nacionales, susceptibles siempre a despertar el apetito de la corrupción, los recursos de ahora tienen un destino y un propósito claro.
Nadie querrá que la economía se vaya a pique si existen alternativas, como la colocación de estos bonos, para allegar fondos que ayuden a dinamizar las actividades productivas, alentar las exportaciones y garantizar una mejor calidad de vida a la población.
Todavía no se sabe cuánto más será el costo del reto de enfrentar la pandemia, pero imperdonable sería cruzarse de brazos cuando ya otras naciones recurren a empréstitos de emergencia y fondos de ayuda internacionales para aliviar el peso de sus cargas.
Cabe esperar que el manejo de esos fondos se realice con los niveles de transparencia prometidos por el Gobierno del presidente Luis Abinader y, sobre todo, que apunten directamente a los objetivos de la recuperación económica, creación de empleos y esmerado cuidado de la salud pública.