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Hacia un nuevo sistema penitenciario

El sistema penitenciario dominicano es una mezcla de cárceles modelo y otras que son la negación, pura y simple, de aquellas.

En las primeras, de las cuales operan 22 de las 41 exis­tentes en el país, priman condiciones que se ajustan a los requerimientos de trato, alimentación, acomodo, servicios básicos y reglas disciplinarias dirigidas a respe­tar la dignidad humana de los internos.

En las otras 19, que no tienen nada de modélicas, el ambiente es de un chiquero o antro, donde predomi­nan negocios turbios, consumo de drogas, torturas y hacinamientos humanos, sin respetar las clasificacio­nes de presos según delitos.

Conciliar estas disparidades y llegar a un sistema uni­forme basado en los parámetros de organización, per­sonal especializado, programas de reinserción laboral, clasificación por sexo y mejores métodos de seguridad, es la intención del nuevo plan de reforma anunciado ayer por el Presidente Luis Abinader.

Hay que distinguir, en el contexto de la seguridad ciu­dadana, lo que son las amenazas y acciones de los de­lincuentes, y las respuestas que la justicia y el sistema carcelario deben de dar a los que entran en conflicto con la ley.

Lo usual, en el llamado “viejo modelo”, es amontonar o hacinar en el mismo espacio a condenados con pre­sos preventivos, sin importar la naturaleza del delito cometido.

Esa es la causa por la que hoy, con más de 26 mil privados de libertad, figuran más de 12 mil que no caben en sus celdas. El nivel de hacinamiento o so­brepoblación es escandaloso e inhumano.

Compartimos las propuestas del recién designa­do asesor honorífico del sistema penitenciario y promotor del nuevo modelo aquí y en otros paí­ses, Roberto Santana, de que se construyan nue­vas cárceles en las que solo puedan albergar mil detenidos.

La herramienta legal anunciada ayer por el Pre­sidente Abinader es un paso correcto hacia la ver­dadera modernización de nuestro híbrido sistema penitenciario.