Expectativas insatisfechas
La lucha contra la corrupción administrativa, una exigencia perenne en esta sociedad, fue la bandera de triunfo electoral del hoy presidente Luis Abinader.
La mayoría de los dominicanos volcó su apoyo en Abinader esperanzada en que, con listeza y firmeza, judicializara los casos más visibles y escandalosos de corrupción “sin borrón ni cuenta nueva”.
A casi un mes de haber ascendido a la primera magistratura no se tiene un balance satisfactorio entre las promesas y las muestras concretas que garanticen la “impunidad cero” de la corrupción, a contracorriente de las expectativas del pueblo.
Por más evidencias primarias de que hubo irregularidades en el manejo de los recursos del erario, el Ministerio Público no ha movido todavía sus músculos para esclarecer esos oprobios llamando a investigación a los señalados como sospechosos o responsables.
El Ministerio Público tiene carta blanca del gobierno para actuar, conforme a las normas del debido proceso y por cuenta propia y con independencia, sin esperar que algún funcionario del gobierno se anime a hacerlo.
El gobierno se ha encontrado, al estrenarse, con graves crisis en la salud y la economía, que legítimamente demandan su rápida atención.
Pero tan prioritarias como aquellas son las acciones prontas y puntuales contra los actos de corrupción que dejaron huellas pecaminosas en las ejecuciones de algunos ministerios y agencias oficiales.
Una tardanza en actuar con listeza y firmeza sólo conduciría a la frustración de todos aquellos que aguardan que el Gobierno pase de las palabras a los hechos, mandando una señal muy clara al resto del funcionariado actual de que no habrá indulgencias ni complacencias si estos también incurriesen en desmanes semejantes.