Opinión

Nuevo gobierno, nueva sociedad (3)

El país que encontrará el presidente Luis Abinader es uno en el que todos sus habitantes viven llenos de incerti­dumbre sobre lo que les depara el fu­turo.

Esa misma incertidumbre, que es a la vez caldo de cultivo de pesimismos y de expectativas positivas, es uno de los retos subjetivos que no miden los radares de los indicadores de una economía atrofiada.

Por lo tanto, las políticas de subsidio y solida­ridad para aliviar los traumas del desempleo, las quiebras de comercios, la baja actividad producti­va y exportadora, más los miedos que revolotean sobre una sociedad enferma, deberán ser las prio­ritarias desde el momento en que el Presidente Abinader se tercie la banda presidencial.

Su gran desafío es trabajar ahora desde cero pa­ra modelar una nueva sociedad basada en priori­dades emergentes, como la del trabajo y la edu­cación a distancia, apostando fuertemente a la adopción de tecnologías que facilitan estas moda­lidades.

La digitalización de las operaciones más corrien­tes en la vida de los ciudadanos influirá en las lí­neas de acción que demandará el proceso de recu­peración nacional, que necesariamente tendrá que dejar atrás antiguas formas de trabajar y producir.

Lo importante es, antes que nada, levantar la bandera de la esperanza y la confianza del pueblo en que, con unidad de propósitos y planes viables, es posible remediar el lastre de la parálisis causada por la pandemia en todas las esferas de la vida na­cional.

Por eso hemos insistido en que la convocatoria a una Cumbre, no solo para abordar la crisis del coronavirus en el campo de la seguridad ciudadana sino para acor­dar medidas de reactivación económica, puede ser el punto de partida de esta marcha hacia un futuro mina­do de peligros y estrecheces.

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