Opinión

Una realidad en tiempo irreal

Tal como han admitido las auto­ridades sanitarias, las estadís­ticas de contagiados y muertes por el coronavirus que se dan hoy no son del día anterior.

Nadie, salvo las mismas autoridades, saben exactamente cuándo se produjeron esas muertes y contagios, porque una co­sa es el suceso y otra su reporte oficial. Y otra el momento en que se difunde.

Bajo tal método, podría afirmarse que los datos que se ofrecen hoy son desfasa­dos, porque corresponden a un momen­to que, en términos cronológicos, sería de una a dos semanas.

Con este sesgo, no es posible que el pú­blico sepa con exactitud si el foco de con­tagio está creciendo o disminuyendo, ya que para saber cuál es la curva real se re­quieren los datos en tiempo real.

Esta puede ser una de las razones que llevan a muchos ciudadanos, y a medios de comunicación también, a preguntar­se a menudo por qué las cifras de muer­tes informadas oficialmente oscilan tanto.

Dos o tres días con más de 20 muertes y al siguiente menos de 10, con una tasa de contagios o de positividad que siempre ha estado subiendo.

Como es lógico, estas disparidades tien­den a confundir y a proyectar una reali­dad que no es en tiempo real sobre la pan­demia que nos abate.

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