Opinión

Los mártires del coronavirus

Salvaron vidas, pero perdieron las su­yas luchando contra el coronavirus. Su martirologio, aunque duele, ha ilustrado el sacrificio de la clase mé­dica dominicana y nos ha robado la mejor vanguardia de la batalla.

Las historias de 18 médicos que sucumbie­ron ante el contagio se asemejan a las de otras decenas de colegas, enfermeras y asistentes clí­nicos cuyas vidas dependen hoy, también, del hilo de la misericordia.

Algunas de sus parejas e hijos, colateralmen­te alcanzadas por el terrible virus, también re­sultaron contagiados y, en ciertos casos, se unieron a ellos en el camino de la eternidad.

Sus muertes han conmocionado a los ciuda­danos de los pueblos en los que ellos ejercieron la medicina por años, con ejemplar apego al sentido de sus responsabilidades.

Han sido bajas sensibles en el ejército de vo­luntarios que ofrendan su tiempo, su talento y hasta la propia vida para defender la salud de millares de dominicanos atrapados en las ga­rras del Covid-19.

El LISTÍN DIARIO, que ha registrado estas historias de valor, entrega y denuedos profesio­nales en salas de cuidados intensivos, en salas de aislamiento y en las emergencias, rinde hoy un homenaje de admiración a estos verdaderos héroes de la patria.

Lucharon hasta la muerte y otros, como ellos, lo siguen haciendo contra un enemigo invisible, veleidoso, desconocido, con las únicas armas dis­ponibles: los fármacos, los respiradores mecáni­cos, los consuelos y tratos humanos a sus pacien­tes, en medio de insólitas precariedades.

¡Loor por siempre a los médicos mártires del coronavirus!

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