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EDITORIAL

Un pacto contra la compra del voto

La compra del voto, que equivale al estupro de la sagrada voluntad que tienen los ciudadanos para ejercer el sufragio libremente, es uno de los ilícitos más generalizados y menos perseguidos en nuestros procesos electorales.

Esta práctica ilegal se puede manifestar por distintas vías. Enajenando, mediante pago o amenaza de sanciones de un superior, la Cédula de Identidad y Electoral, para suplantar al elector o inducirlo a votar por un candidato específico.

Otra manera es la de acarrear votantes hacia las mesas electorales para asegurarse de sus sufragios, con lo cual desnaturalizan el principio de libertad de movimiento y violan su cualidad de secreto.

Estas prácticas, que resultan dañinas para el sistema electoral y la prevalencia de una democracia sana y fuerte, siguen presentes en nuestros procesos porque quienes primero las promueven son los partidos que recurren a ellas para obtener ventajas, a las buenas o a las malas, en unos comicios.

Ahora que la Conferencia del Episcopado Dominicano ha propuesto a los partidos que firmen un pacto político en el actual marco electoral, nos animamos a cooperar con tan necesaria iniciativa, sugiriendo estos puntos:

ï Que los líderes de esos partidos, con sus respectivos candidatos, suscriban un compromiso formal y serio ante el país de que no auspiciarán ni permitirán que alguno de sus miembros promuevan la compra de votos, en cualquiera de sus modalidades.

ï Que los líderes y partidos suscribientes aprueben la inmediata designación del procurador electoral adjunto que se ocupará de conocer las denuncias, querellas o recursos de apoderamiento relativos a los crímenes y delitos electorales, y le brinden el máximo apoyo a su gestión.

ï Que los partidos y líderes firmantes del pacto acuerden desarrollar una campaña de promoción de sus candidatos sin insultos, agresiones o entorpecimientos entre sí, para no crear de ese modo las condiciones que dan lugar a episodios de violencia o al enrarecimiento del clima electoral.

ï Que los firmantes asuman, como otro compromiso cardinal, el respeto pleno a las reglas del proceso establecidas por la Junta Central Electoral, como un espaldarazo al objetivo de promover elecciones transparentes, en las que el voto sea directo, secreto, libérrimo e intransferible.

Lo que resta es ponerle fecha al pacto. Sería esta una gran fiesta para la democracia dominicana.

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