REFLEXIONES DEL DIRECTOR
El impreso y el digital, dos apuestas distintas
Aunque hoy convergen como plataformas gemelas en una Sala de Redacción, las apuestas del impreso y el digital están muy diferenciadas y el éxito de los editores está en identificar cuáles contenidos marcan las fortalezas de uno y otro formato.
Tenemos claro esta premisa: los impresos ya no monopolizan la información ni pueden aspirar a ser los primeros en dar las noticias.
Esa capacidad la tienen los digitales, que se constituyen en una turbina que funciona las 24 horas del día emanando noticias de último minuto, siguiendo su evolución y reciclándolas en las plataformas de las redes sociales, como las corrientes aluvionales de un río.
La fortaleza de los impresos, en el tiempo actual, radica en la mejor selección de los temas noticiosos dominantes del día, según su importancia y el nivel de atracción que provoca en las audiencias, y en su justa contextualizacion, profundizándolos con tres herramientas clave: el análisis, el ensamblaje de datos y el género periodístico más apropiado, sea en el modo de crónica o reportaje, dependiendo de la naturaleza de los hechos.
Hasta ahora esas dinámicas no se conjugan perfectamente, porque en las redacciones integradas coexisten dos mentalidades que es preciso acoplar: las de los que están llamados a mantener activas las turbinas digitales y los que están concentrados en la preparación de las ediciones físicas, con prioridades distintas en ambos casos.
Este es uno de los grandes dilemas en la transformación de los medios impresos, pues el acoplamiento de estas mentalidades no siempre se da a una misma velocidad y tiempo.
Mientras los periodistas del digital se entregan a su inacabable tarea de difundir paso a paso lo que acontece, los del impreso están compelidos a poner a prueba todo su ingenio y creatividad para lograr lo que hemos llamado “ el periodismo del día después”, con contenidos novedosos no necesariamente con una repetición pura y simple de los que ya los digitales produjeron el día anterior.
Es aquí cuando los géneros del análisis, el reportaje y la crónica, adecuadamente acompañados de fotos o infografias y una correcta dosificación de los textos para no causar cansancio ni desinterés de los lectores, cobran una importancia capital en el nuevo y más profundo enfoque de las causas y posibles consecuencias de un episodio que la audiencia ya conoció de manera parcial o intermitente en los digitales.
Alcanzar esto no es fácil, porque supone cambiar rutinas de trabajo y adaptar las estrategias de búsqueda en función de los hábitos de consumo de los lectores, que ahora disponen de móviles para enterarse de las noticias y su evolución hora a hora, pero que no desdeñan las fuentes creíbles y confiables que representan los impresos, sometidos al rigor de las normas del periodismo profesional, gracias a lo cual crecen exponencialmente las suscripciones de pago o de asociatividad que ayudan a sustentar los contenidos de profundidad y de calidad que estos ofrecen.