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La sumisión de la prensa

Exigir incondicionalidad y sumisión a la prensa, para inhibirla en su rol de altavoz de todas las ideas y opiniones de los ciudadanos, se ha convertido en una de las más paranoicas tentaciones de algunos gobiernos, susceptibles e intolerantes a la crítica o a la puesta al desnudo de sus incapacidades.

Si no logran su objetivo “por las buenas”, es decir, por medio de ciertos disuasivos que descubren el fondo de ulteriores propósitos, lo hacen “por las malas”, como es el caso de Nicaragua, Venezuela y en cierto momento Ecuador, acogotando a la prensa libre hasta que la asfixian.

En su empeño de silenciar, poquito a poquito o de un tirón a la prensa independiente, los gobiernos de esos países han bloqueado las adquisiciones de dólares para la compra de insumos básicos, como tinta, papel, tecnologías, a numerosos diarios impresos, la mayoría de los cuales ha tenido que cerrar sus ediciones irremediablemente.

Los diarios independientes que subsisten en esos países o en otros en los que los verdugos de la prensa todavía no han logrado cercarla o amordazarla, afrontan con valentía y dignidad este desafío, pero nadie está seguro de por cuánto tiempo más.

Como la misión del periodismo es servir información veraz y comprobada para que la ciudadanía esté mejor empoderada, recogiendo las vivencias diarias de una sociedad y acompañándola en sus aspiraciones, su rol es privilegiado como ente fundamental de la democracia.

Si esta columna vertebral del pluralismo y la libertad se resquebraja por las paranoicas obsesiones de gobiernos o líderes de intimidar, agredir o silenciar a los medios que ejercitan libremente esta prerrogativa, la sociedad queda a merced de los caprichos de una dictadura, en oscuridad informativa y totalmente desorientada.

Los dominicanos ya vivimos esa era del oscurantismo. Y los que la sufrieron, como las nuevas generaciones que tienen una idea de lo terrible que fue, jamás admitirían que el país retroceda a esos tiempos.

Naturalmente, ahora las formas de procurar la sumisión o el silencio son distintas. Llegan desde lo alto, en forma de “disparos de advertencia”, al estilo militar, o mediante la fórmula del mazo y la zanahoria, del premio o castigo con la publicidad, entre otras coacciones. En esa antesala de peligros es que se desenvuelve hoy la prensa libre en el Hemisferio, sin excepción de países.

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