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Inaceptable burla a la Constitución

Un teniente coronel de academia, que se supone conocedor de las leyes y la disciplina militar, sorprendió a la sociedad con una proclama política en las redes sociales, en franca violación a la Constitución de la República.

Nadie pasó por alto este insólito episodio, que podría verse como el preludio de algún aventurado plan para imbricar y obligar a otros militares a tomar partido en la contienda electoral interna del Partido de la Liberación Dominicana.

Si esa es la intención oculta, es condenable en todos los sentidos, pues ningún militar o policía, en el rango que sea, tiene derecho a socavar la disciplina y el orden institucional de las Fuerzas Armadas, a las que la Constitución les prohíbe poder deliberativo en los asuntos políticos del país.

Que un militar activo se haya prestado para pasar por alto estas normativas, usando su uniforme oficial bajo un decorado que incluyó la Bandera Nacional y el uso de un teleprompter para leer lo que estaba escrito, es algo que solo se da bajo la inspiración de algún proyecto desestabilizador o golpista. Y ya esos tiempos pasaron.

¿Es ese oficial la cabeza o la punta de lanza de algún plan político de cara a las primarias de la próxima semana dentro del Partido de la Liberación Dominicana?

Mientras se despejan estas inquietudes, ha hecho muy bien el alto mando de las Fuerzas Armadas al disponer la expulsión deshonrosa de las filas militares de ese teniente coronel, aunque queda por delante la misión de hacer valer los fundamentos de la disciplina interna y el código militar para evitar enojosas réplicas de esta inconducta.

Que quede claro que nadie puede jugar con la Constitución ni con las leyes, mucho menos con la integridad, dignidad, tradición y misión de nuestras Fuerzas Armadas, pretendiendo politizarlas o alinear a varios de sus miembros en un proyecto electoral, a las buenas o a las malas.

El teniente coronel ha dado un mal ejemplo ante sus colegas y ante la sociedad. Pierde el respeto hacia sí mismo cuando lo falta frente a la Constitución y las normas disciplinarias que, como militar, juró cumplir y defender.

En un país en el que la institucionalidad está resquebrajada y débil, este tipo de conducta tiene que ser sancionada y repudiada, para que nadie vaya a pensar que hay cancha libre para este tipo de desenfrenos dentro de nuestros organismos militares.

En situación como esta no valen indulgencias, tolerancias ni permisividades de ningún género.

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