Opinión

EDITORIAL

Una marca país maltrecha

La amplia cobertura que han dado las grandes cadenas de televisión y diarios de Estados Unidos a los fallecimientos de turistas norteamericanos en hoteles dominicanos, en distintos momentos de este año, han dejado muy maltrecha la imagen paradisíaca que hemos labrado como destino turístico del Caribe.

Los reportajes, testimonios y datos que han ofrecido estos medios a millones de personas que conforman sus audiencias han sido tan sistemáticos que difícilmente el país pueda revertir, en corto plazo, la realidad o la percepción creada por esas noticias.

La Cancillería dominicana y el Ministerio de Turismo han salido al paso a este aluvión de noticias asegurando que los fallecimientos reportados constituyen “casos aislados” y dan garantías de que las zonas turísticas del país son seguras para los extranjeros y nativos.

Pero mientras las respuestas se queden en el ámbito local, poco efecto tendrá en la masa de millones de norteamericanos, canadienses y europeos que han estado oyendo y siguiendo los pormenores de los sucesos, y más que nada en los que han planificado o planifican venir de paseo a la República Dominicana.

Un reporte del prestigioso diario norteamericano The Washignton Post sobre este asunto resulta preocupante, pues ofrece datos sobre cancelaciones de reservas de vuelos y de hospedaje en hoteles dominicanos en las últimas semanas.

Se instala, entre muchos, la idea de que en nuestras zonas turísticas hay riesgos latentes para la salud y la integridad física de las personas, sean turistas o no.

Despejar esos miedos y esas percepciones no resultará posible a menos que el Gobierno y los sectores vinculados al turismo se unan en una campaña internacional para difundir, en esos escenarios impactados por las malas noticias, los mensajes que entiendan apropiados para hacerles recuperar la confianza.

Hasta ahora no se ha sentido una contraofensiva, bien estructurada y articulada para promover las garantías que ofrece el país a los turistas, porque los principales responsables llamados a asumir esta tarea están más inmersos en asuntos políticos y en otros temas que les distraen las energías que deberían estar hoy canalizadas para rescatar la maltrecha imagen internacional que nos apabulla.

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