La zambullida digital
Los grandes periódicos no le han temido a la zambullida digital y, hoy por hoy, son pioneros de un modelo de periodismo que combina muchos recursos a la vez (texto, audio, video y gráficas), en viva e interactiva relación con las audiencias.
Las más recientes transformaciones o reinvenciones de los diarios tradicionales apuntan, más que nada, al uso cada vez más intensivo de las tecnologías de la comunicación digital y al cambio de los paradigmas noticiosos de las ediciones impresas.
Como ya no existen los viejos ciclos de las noticias, que daban a los diarios impresos un espacio de 24 horas para buscar, verificar, contrastar y difundir una noticia, el ritmo de la redacción ha tenido que acompasarse con el de las plataformas digitales y ahora lo fundamental es lograr instantaneidad y profundidad, en dos tiempos, para poder competir.
La zambullida digital ha supuesto cambiar estos ritmos y acoplar dos redacciones (la impresa y la digital) diferenciadas solo en los lenguajes y modos de presentar las noticias o contenidos, pero unificadas en una especie de nuevos satélites que giran alrededor del mando central, como los equipos de edición audiovisual (para segmentos de televisión y radio), monitoreo de audiencias, recopilación y análisis de datos con aplicaciones de inteligencia artificial, diseñadores y programadores de estrategias.
De solo escribir textos, los redactores han tenido que aprender el manejo de esas herramientas tecnológicas, y para ello los grandes diarios disponen de salas de preparación de contenido audiovisual.
El acomodo al nuevo modelo de redacción multimedia no ha sido fácil, porque primero hay que saber ajustar los relojes mentales de los periodistas tradicionales al de los colegas nativos digitales, conocer las particularidades de la audiencia en las redes sociales y el mundo paralelo en que ejercen su oficio, dividiendo el tiempo para los contenidos digitales y para el impreso, en tónicas diferentes.
Sin menoscabo del modelo de periodismo de profundidad que han adoptado como parte de su proceso de reinvención, los grandes diarios impresos privilegian los análisis, reportajes especiales, crónicas de cercanía con los lectores, entrevistas concisas y precisas y notas interpretativas de los hechos, sin dejar de zambullirse, cada vez más profundo, en el océano digital, tratando de pescar audiencias, pero conservando los que por largo tiempo han sido fieles lectores ofreciéndoles en el digital el periodismo de calidad que siempre ha sido su sello distintivo.