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Matrimonios inaceptables

Violar sexualmente a una menor de edad es un crimen que la justicia dominicana suele penalizar con todo el peso de la ley.

Sin embargo, en muchos casos este crimen es ocultado o evadido su castigo cuando el violador se casa con su víctima, supuestamente para “reparar” ante los ojos del público el grave daño causado.

Como los matrimonios infantiles están permitidos ante la ausencia de una legislación que los prohíba o los regule con normas estrictas, este país figura entre los primeros de América Latina con más altos índices de uniones de este tipo.

Solamente en 16 meses se han registrado 285 matrimonios de niñas menores de 15 años con hombres de 40 años y más, en muchos casos forzados por un episodio de abuso sexual o de embarazo no deseado. Y todo esto porque se hacen al amparo de la ley.

Para nadie es un secreto que a estas edades, el cerebro de las niñas no está plenamente formado con todos sus elementos neurológicos y, por ende, esas niñas no están suficientemente aptas para medir el alcance de sus decisiones ni para discernir objetivamente sobre sus consecuencias.

Tanto el procurador general de la República, Jean Alain Rodríguez, como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la vicepresidenta de la República, se han pronunciado por una reforma del Código Civil para que se prohíba legalmente el matrimonio infantil.

Sobran las razones que se esgrimen para sustentar esta solicitud. Una de ellas es que, al no existir la prohibición, el matrimonio infantil viene a ser una especie de puerta franca hacia la impunidad de los violadores.

También abre la puerta a uniones apresuradas o motivadas por otras circunstancias ajenas al amor mutuo de una pareja con madurez para tomar este tipo de decisión o al consentimiento libre y consciente de ese compromiso.

Jovencitas que buscan escalar de una situación de apreturas económicas o del control de sus padres, se dejan seducir por el dinero o por las apariencias de hombres adultos que las “mudan”, se casan o simplemente viven en concubinato, en una relación más marcada por intereses que por puro amor y voluntad.

A esta permisividad hay que ponerle fin. Esos matrimonios son inaceptables por una y mil razones. Y el Estado y los legisladores lo saben. ¿Por qué seguir manteniendo vigente la ley que los permite?

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