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EDITORIAL

Productores ante el paredón

Al paso que vamos con las importaciones de alimentos, no tardaremos mucho en cantarles el réquiem a los productores tradicionales y asistir a la muerte del campo por inanición.

Por lo menos ocho productos en los que hemos sido autosuficientes están llegando al país desde el exterior compitiendo en precios con los locales, en desmedro de las inversiones nacionales aplicadas a tales rubros y de los empleos generados en el campo o en la agroindustria.

Entre materias primas alimenticias para la industria y productos terminados o semiterminados, el país gastó US$1,790.5 millones el año pasado, según las estadísticas oficiales.

Ahora estamos importando arroz, habichuelas, yuca, maíz, aceite, ajo, leche y café, componentes rutinarios en la dieta del dominicano que siempre hemos producido para abastecer el mercado.

Pero los precios menores a que se venden los importados están socavando la base y la estabilidad de los productores locales, que tienen que hacerles frente a los costos agregados por energía complementaria, impuestos fiscales, protección de cultivos ante plagas y catástrofes naturales y otros imponderables.

A los consumidores podría parecerles muy bueno adquirir los productos importados a precios menores, pero el costo más grave de la dependencia de productos foráneos es que, al desalentar las siembras locales, infligimos una puñalada fatal a la cultura agropecuaria nacional y a los empleos que esta genera.

La riqueza y la seguridad alimentaria de un país descansan en su propia capacidad para producir la comida que necesitan sus ciudadanos. Este paradigma está ahora en juego. Y nadie puede hacerse el ciego ni el indiferente frente a sus previsibles consecuencias.

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