Opinión

EDITORIAL

Flaquezas de nuestra democracia

El informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ha puesto en evidencia el continuo deterioro que sufre el sistema democrático dominicano, como consecuencia del debilitamiento de dos de los poderes del Estado, el legislativo y el judicial.

El preeminente es el Poder Ejecutivo que, en gran medida, influye sobre los dos restantes, provocando un claro desbalance en el esquema de poderes que sustenta al Estado, lo que a juicio del PNUD constituye un riesgo de que se profundice el autoritarismo, antesala de la dictadura.

Las conclusiones no lo dicen claramente, pero no hay dudas de que en una situación como esta no hay garantías de que, en el futuro, se generen crisis que puedan dar al traste con la estabilidad social, política y económica de que hemos gozado en las últimas décadas.

Lo que está en juego es la misma base de sustentación del sistema, ya que si no hay independencia entre los poderes públicos y, en cambio, dos de ellos quedan limitados por la influencia de un tercero, pierde equilibrio el Estado de derecho y la sociedad, en consecuencia, queda a merced de cualquier estropicio institucional.

Que nos sirva de alerta este informe del PNUD para que la sociedad participe activamente en un esfuerzo de rescate de los indicadores que marcan la calidad de la democracia, ahora debilitada por este desequilibrio de poderes y por males que, como la corrupción y la falta de mecanismos vigorosos de rendición de cuentas, pueden abrir el camino al poder unívoco y arbitrario del totalitarismo.