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Una espera que desespera

Uno de los puntos críticos del sistema público hospitalario es el del congestionamiento de sus salas de consultas y de emergencias.

Por la enorme cantidad de pacientes que acuden indistintamente a esas salas, resulta difícil ofrecerles atenciones a tiempo y eso es lo que explica que muchos pacientes lleguen de madrugada para tomar los primeros turnos.

Pero esto no garantiza que los médicos los verán de inmediato.

Por el contrario, muchos tienen que esperar hasta siete horas y más.

En las emergencias se dan casos de pacientes que deben esperar que se desocupen camillas y aparezcan los doctores y si la situación no es más grave que la de otros, la atención puede demorar.

Tratando de aminorar el problema, el Sistema Nacional de Salud ha establecido un mecanismo de citas telefónicas que, en principio, ha funcionado bien.

No obstante, son tantas las que se han solicitado que los hospitales las están agendando para tres y cuatro meses, porque no dan abasto ni en tiempo ni en recursos humanos.

En tres o cuatro meses de espera puede agravarse la situación de un paciente, sobre todo si tiene algún tipo de cáncer agresivo.

Y podría hasta morirse esperando que el médico lo reciba y le recomiende un tratamiento.

Este problema se agranda cada día. Es preciso buscar alternativas para aminorar el tiempo de espera en las consultas diarias y, luego, en las que son agendadas para largo plazo, que equivale a disminuir el sufrimiento y la desatención de todos aquellos que tienen problemas en su salud.

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