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Todos contra el narcotráfico

El presidente Danilo Medina, respondiendo preguntas de los reporteros, admitió el jueves que el narcotráfico permea a distintos sectores de la sociedad dominicana, incluidos policías y militares.

Nada más cierto y delicado para la salud de los dominicanos.

El narcotráfico, como negocio ilegal que envuelve enormes sumas de dinero, invariablemente está enlazado al tráfico de armas, al lavado de activos, al secuestro, al ajuste de cuentas, a la competencia por los mercados, al soborno a las autoridades y a la extorsión.

Dado el hecho de que -como bien apuntara el presidente Medina- los narcotraficantes toman el territorio nacional como puente para pasar las drogas de Suramérica a Norteamérica y Europa, ya el pago se hace en especie (droga) y no en efectivo, lo que ha creado un mercado interno extensivo en todo el país.

Como consecuencia, la venta de narcóticos al menudeo se ha extendido y con ella sus tentáculos de vicio, narcodelincuencia y sicariato, carcomiendo bases importantes de los estamentos militares, policiales, del ministerio público y la judicatura, a la vez que penetran en partidos políticos y segmentos del aparato productivo.

La realidad es dura y descarnada, pero ocultarla no disminuiría la dimensión del peligro, por lo que su admisión debe ser un aguijón en la conciencia de los funcionarios públicos, los líderes sociales, políticos y religiosos.

La exposición del tema por el presidente Medina, que la hace en el contexto de un escandaloso desbordamiento del negocio de las drogas en Baní que ha quedado expuesto tras la muerte de un coronel de la Policía, puede servir como punto de partida para lanzar una estrategia de combate al tráfico y consumo interno.

Para elaborar esa estrategia habría que convocar a expertos nacionales y extranjeros, de múltiples disciplinas, que aporten experiencias y hagan propuestas destinadas a adoptar un conjunto de políticas públicas que enfrenten la problemática desde el punto de vista social y penal.

El mayor peso de la responsabilidad de encontrar respuestas para una amenaza que crece cada día poniendo en peligro la integridad social dominicana, corresponde al gobierno, pero el resto de la sociedad tiene que integrarse y participar con determinación en el enfrentamiento de este flagelo mundial que no se puede dejar avanzar más, sino hacerlo retroceder.

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